El próximo lunes 8 de mayo finaliza la tercera vigésima
Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBO 2017) que se inauguró por
primera vez en 1936 en la presidencia de Jorge Eliécer Gaitán, pero dejó de
realizarse y se reinauguró en 1988, desde entonces se lleva a cabo año con año.
Este año el país invitado es Francia y en la Jornada Profesional hay diversos
eventos como el Congreso de Lectura, el Seminario Internacional de Derechos de
Autor, el Congreso de Ilustradores y el Encuentro de Bibliotecarios, entre
otras actividades relacionadas con el mercado del libro. Además, la FILBO 2017 tiene
una programación de conferencias, presentaciones de libros, talleres, arte, música, cine, etc. para todos los públicos.
Según
los organizadores, la FILBO es un evento estratégico para realizar negocios relacionados
con el mercado editorial en América del Sur y ocupa el segundo lugar en América
Latina después de la Feria Internacional de Libro de Guadalajara. Dos razones
lo suficientemente importantes para que las instituciones culturales y
educativas, así como editores, libreros, etc. se convenzan de la importancia de
participar en este tipo de eventos. Sin embargo, este año algunos editores y
librerías estuvieron ausentes, porque las ventas que realizan en la FILBO no
son suficientes para recuperar la “inversión económica” del pago de un espacio,
personal, etc. Sin duda participar en este tipo de eventos acarrea costos y
quizá la ganancia real no sea suficiente para sopesar la inversión, pero esas
instituciones que dejaron de participar perdieron la gran oportunidad de que
los niños y adolescentes que visitaron la FILBO no tuvieron la oportunidad de conocer su marca, pues, no falta el niño y adolescente curioso que pregunté, revisé y
hasta compré.
Este
evento cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura y para su realización
desarrolla alianzas institucionales con los medios de comunicación privados
como Caracol y con otros medios estatales como Señal Colombia, Señal Memoria,
Canal Institucional, Alcaldía de Bogotá, etc. Se destacan entre sus aliados dos
firmas privadas como Renault y Familia. También requiere el apoyo de alianzas
institucionales con la Universidad Externado de Colombia, Embajada de España,
Consubsidio, Fundalectura, etc. Estos
datos llaman la atención, pues, se esperaría un mayor apoyo de entes privados y otras instituciones educativas; por ejemplo, las universidades privadas reciben cuantiosas sumas
de los impuestos de los contribuyentes por el Programa Ser Pilo Paga, pero
universidades como los Andes, la Javeriana, el Rosario, etc., sólo participan
con stand en la Feria que como cualquier participante deben pagar por usar
estos espacios y uno se pregunta ¿cuál es aporte social que hacen esas
universidades en tiempos de acuerdos de paz? Colombia es un país con un sistema
educativo que tiene muchos aspectos por mejorar y con índices de lectura muy
bajos, por lo cual se esperaría que esas instituciones que se están lucrando
con el negocio de la educación apoyen con acciones de mayor envergadura este
tipo de eventos, es decir, personalmente me gustaría encontrar sus nombres entre los aliados
para que la FILBO sea posible.
Gracias a los organizados de la
FILBO, Colombia y específicamente su capital tiene el mérito de contar con una
Feria del Libro que visitan miles personas durante los días que se lleva a cabo
este evento. Los fines de semana es grato ver a los padres con sus hijos
revisando la programación para elegir el pabellón o la actividad a la que
asistirán; o bien, ver las largas filas para ingresar al pabellón del país
invitado que este año es Francia, así que la Feria también contribuye a que los
visitantes se recreen culturalmente y conozcan por medio de la lectura otro país.
Cosa que me parece grata en un país donde hay otros eventos que los medios de
comunicación privados promueven con mayor ahínco, así como el sinsabor de lo
que hacen nuestros gobernantes en muchas ocasiones reconociendo el mérito de un
cantante de reguetón, pues, al parecer es más importante lo banal y lo efímero
para promover la violencia y el machismo en un país que intenta entre grandes
rocas caminar para llegar a una paz duradera y sin vacilaciones.
Precisamente la FILBO también es
un espacio para promover la paz, pues, allí se organizaron eventos con líderes
sociales de las regiones más afectadas por el conflicto armado, sin lugar a
dudas escuchar las palabras de estos líderes es un aliento de optimismo para
los que creemos en la paz. Los citadinos tendemos a desconocer la tragedia del
otro, de ese que vive en las zonas rurales de Colombia, porque tenemos la idea
de que estamos pagándole su reconciliación con nuestros impuestos, pues, al
parecer el egoísmo es uno de los alentadores del no a la paz. Así que ojalá en
la Feria del Libro se continúen realizando foros, debates y conversatorios que
tengan como participantes esas otras voces que desconocemos muchos colombianos.
También la FILBO necesita el
apoyo de las grandes bibliotecas como las redes de bibliotecas públicas locales
y la Red de Bibliotecas del Banco de la República, las cuales brillan por su
ausencia en la lista de aliados. Las bibliotecas públicas, académicas, etc.
deben ser las mayores promotoras de la lectura en cualquier ámbito, pero al
parecer ese interés se está espumando por la falta de sensibilidad de las
autoridades de esas grandes bibliotecas que han sido hito en Colombia en alguna
época remota y que se ahogan en sus propios egos. Lastimosamente ni al interior
de algunas instituciones hay una política clara sobre la importancia de asistir
a estos eventos, pues, algunos profesionales de la información consideran que visitar
este evento es pérdida de tiempo, o bien, si se asiste es para comprar
novedades de literatura. Escuchar ese tipo de comentarios me deja un profundo
sin sabor, ya que la asistencia a una Feria como esa es para adquirir aquellas
obras producidas sólo para este tipo de eventos, es para tomarse el tiempo que
no se tiene de visitar una librería en la rutina laboral, es para tomar los
libros, reconocerlos y extasiarse entre el tumulto de libros y gente. En
realidad, la asistencia de los profesionales de la información a cualquier
feria del libro es para aprovechar al máximo no sólo la adquisición de obras
(libros, música, películas, etc.), sino para hacer negocios, es decir, establecer
contacto con proveedores, instituciones, embajadas, etc. En fin, es para
descubrir que este año se cumplen 150 años de que Jorge Isaacs escribió María y que la Biblioteca Nacional tiene una biblioteca digital con un
buen número de obras sobre la cultura colombiana disponibles en línea
gratuitamente y que esa misma institución está difundiendo una edición conmemorativa de María, pero
lastimosamente los bibliotecólogos somos poco sensibles a lo cultural y sobre
todo a valorar la riqueza documental, no sólo un texto es importante porque
circula en una colección de una biblioteca, sino por su esencia (contenido,
ilustraciones, cubiertas, etc.).
Este pequeño escrito es una
invitación a valorar el espacio que nos propone la FILBO como gestores de la
lectura y la cultura desde las bibliotecas, por medio de la organización de
colecciones para facilitar el estudio y la investigación de cientos de niños,
jóvenes y adultos que visitan las bibliotecas para simplemente encontrarse con
sus amigos. Y si, este es el momento para reivindicar la organización de las
colecciones como una actividad que tiene un valor agregado en la disciplina de
la bibliotecología y ciencia de la información, pero que se ve minimizada por un
afán capitalista y superficial de ofrecer servicios “novedosos”
des-contextualizados completamente del contexto cultural colombiano y opacados por profesionales que están tratando a toda consta de subestimar la
profesión con alucinaciones proferidas por lo diabólico, pero nunca pensadas e implementadas desde la sensatez que debemos tener los seres humanos para apropiarnos del mundo.