jueves, 2 de noviembre de 2017

La mezquindad

La escritura es y será el desahogo de las frustraciones, sentimientos, secretos y de todo aquello que no nos atrevemos a decir por temor, por falta de tiempo, o por innumerables razones que penetran en nuestro cerebro y no dejan trascender la magia que se entrecruza entre la mente, las manos, los ojos, el teclado y la pantalla de un computador dejando nuestro sello y marca personal, teclear letras que van acumulando palabras que le van dando sentido y forma a un escrito. Con esas palabras transmitimos emociones de todo tipo, desde la algarabía del amor hasta el odio más terrible y temible que nace con la mezquindad de la condición humana.

Mi propósito con este escrito es reflexionar sobre un sentimiento que se refunde en los más profundo e indómito de la condición humana, un sentimiento que a primera vista se disfraza y está oculto para los ojos de los que nos rodean, pero que va saliendo a la luz pública lentamente, se va dejando ver en la sombra del corazón más resentido del ser humano. Bueno, ¿cuál es ese sentimiento? La mezquindad. ¿Qué es la mezquindad? Según el Diccionario de la Real Academia, es ese individuo “falto de generosidad y nobleza de espíritu”. No encontré una descripción detallada y barroca de quiénes son ese tipo de personas, pero desde mis encuentros personales con esas almas carentes de generosidad, podría describirlos como esos seres envidiosos que estallan en la mediocridad y que son incapaces de pensar más allá del esnobismo en el que se suelen disfrazar. Esos seres viven de apariencias y de querer mostrar una imagen que no tienen. Son esas personas llenas de egocentrismo, ese ego que no los deja escuchar al otro, porque están nadando en las profundidades de la sobredosis de la soberbia, la envidia y la maldad. Podría alguien decirme, ¿son malos? Si, lo son. Son malvados, porque muestran una armadura que no tienen, solamente que su envidia y su incapacidad es más potente que esa armadura, porque se pueden ver las fisuras y los que observamos sus caras podemos ver sus transformaciones y sus juegos de poder para destruir a las personas que poseen las codiciadas cualidades de las que ellos carecen por completo.

Entonces, ¿la mezquindad está íntimamente ligada con la envidia? Así es, completamente unida. La envidia negativa es el principal alimento de la mezquindad, pero cómo se manifiesta. La manera de manifestarse es simple, por ejemplo, miradas de rencor, desigualdades, abusos de poder, y esparcir rumores negativos sobre las personas que envidian, en fin, son innumerables síntomas los que muestran los mezquinos. Bueno después de todo esta descripción, ¿cómo enfrentarlos? Con firmeza, porque a ese tipo de seres oscuros es la cualidad que más les hace falta. También se enfrentan con disciplina y profesionalismo, porque esas raleas de seres bajos no saben qué es la disciplina, no son capaces ni de pegar un botón en una camisa, generalmente no tienen muchas habilidades manuales ni tampoco han logrado usar el cerebro en un buen porcentaje. Su vida pasa entre fetiches, compras por internet, leer novelas de amor que los pone a soñar con el príncipe azul y ver series televisivas, también les gustan los súper héroes, porque alimentan el narciso que llevan dentro.

Las peores historias de terror que me han sucedido en mi vida profesional están relacionadas con ese tipo de personajes mediocres. No logro exterminarlos del camino, pero por lo menos en este momento están congelados en la cobardía que usan para dañar al otro. Por eso se enfrentan con firmeza y compasión. ¿Compasión? Si, son de lástima por lo mediocres y torpes que son para todo.
Así querido lector, si llegas a toparlos en el camino, no temas, sólo míralos con firmeza nada más.







lunes, 31 de julio de 2017

Frustración

Es ese sentimiento que aparece cuando te das cuenta que las cosas no son como pensabas o como soñabas. En muchas ocasiones nos llenamos de optimismo y proyectamos nuestra vida
pensando en un ideal, es decir, en alcanzar un estado superior, ya sea en el ámbito académico, laboral o sentimental. Con el paso del tiempo nuestras anheladas metas no se logran alcanzar y aparece ese sentimiento de frustración que viene acompañado de culpa, negatividad, desmotivación y en el peor de los casos hasta odio a lo que hacemos, o bien, fastidio. Ese fastidio que nos motiva a no hacer nada, a no superar la crisis existencial, pero lo peor que se siente es la impotencia, porque sabes que no se puede hacer nada para superar esa frustración, pues, las opciones que tienes no dependen de tu gestión, sino de  todos aquellos que tienen el poder terrenal de dirigir las instituciones y el mundo desde la política.

Cuando descubres que no hay manera de superar esa crisis, comienzas a repensar tu vida y te haces una serie de preguntas ¿estaré en el camino correcto? ¿qué quiero como proyecto de vida? ¿qué es el éxito? ¿qué factores no permiten crecer y por qué? Sin embargo, al intentar dar respuesta a estas preguntas comienzas a inventar estrategias de todo tipo. Particularmente se me ocurrió crear una empresa de asesorías, pero después de analizar detenidamente esa posibilidad llegué a la conclusión de que no era viable, porque es regresar al mismo punto que comencé. Ese punto de inicio es muy sencillo para crecer en el ámbito profesional necesitas recomendación, o bien, apadrinamiento y ese el punto complicado, porque casi nadie está dispuesto a recomendar o como dicen popularmente “a meter las manos por ti” en cualquier ámbito de la vida. Otra estrategia fue convertirme en youtuber y crear vídeos sobre intereses particulares en bibliotecología que no es tan descabellado, pero no necesariamente por hacer ese tipo de instrumentos te darán un empleo, quizá te darás a conocer y si tus vídeos tienen muchas “vistas” te pueden otorgar algún reconocimiento. Por último, en mi cabeza desfilan distintas ideas hasta el punto de pensar que estoy en el “lugar equivocado”, porque más que ser millonaria me gusta sentirme útil y sobre todo valorada. También ese proceso de análisis no faltan los consejos que provienen de mentes masculinas, quienes ven el mundo desde otra perspectiva y que no entienden por qué las mujeres somos más susceptibles a este tipo de situaciones. Estas personas te dan recomendaciones enfocadas a la construcción de tu visibilidad en el campo en el cual estás investigando para convertirte en una ufanada investigadora, sólo que esas personas olvidan que el mundo funciona con el poder de los hombres y no de las mujeres, por eso se habla del “principio Paula”. Así, que el panorama no es muy alentador para una mujer en la mitad de su vida adulta y soltera, es decir, que aparte del trabajo no tiene que pensar en llegar a casa para hacer las tareas de sus hijos y atender un marido. En fin, no me quejo de mi soltería, pero al parecer tengo que retomar nuevos rumbos.

Por eso con el tiempo uno descubre que el mundo organizacional está lleno de discursos carentes de fondo, por ejemplo, en el ámbito laboral para mejorar la motivación de las personas se habla de gestión del recurso humano, pero en realidad ni los grandes “líderes” de la administración lo hacen y tampoco les interesa, por una sencilla razón esos puestos son ocupados por personas que están dentro de un grupo de poder que generalmente no tienen ni la competencias ni las cualificaciones para desempeñar esos cargos, pero ahí están y lo mejor les pagan por simular un liderazgo y una gestión que no poseen.


Después de tantas ideas, ocurrencias y pensamientos uno se da cuenta que el proyecto de vida no debe estar enfocado a tener el mejor trabajo del mundo o a sentirse útil laboralmente, porque terminas apoderado de un sentimiento de frustración que se convierte en algo hasta doloroso, porque cada día te ves apoderado de una sombra muy oscura que te mengua cada instante. Entonces lo mejor es construir un proyecto de vida más espiritual, es decir, basado en lo que deseas interiormente, pero no sobre cosas materiales como es obtener un buen puesto, porque para eso uno se prepara, estudia, investiga e ingresa a instituciones de alto nivel para escalar por la pirámide organizacional. Sin embargo, en un ámbito donde priman las recomendaciones y los patriarcados es mejor pensar en otros aspectos para reconstruirte y esa reconstrucción es interior, pues, sólo depende de ti mismo. 

sábado, 6 de mayo de 2017

¿Por qué son importantes las ferias del libro?


El próximo lunes 8 de mayo finaliza la tercera vigésima Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBO 2017) que se inauguró por primera vez en 1936 en la presidencia de Jorge Eliécer Gaitán, pero dejó de realizarse y se reinauguró en 1988, desde entonces se lleva a cabo año con año. Este año el país invitado es Francia y en la Jornada Profesional hay diversos eventos como el Congreso de Lectura, el Seminario Internacional de Derechos de Autor, el Congreso de Ilustradores y el Encuentro de Bibliotecarios, entre otras actividades relacionadas con el mercado del libro. Además, la FILBO 2017 tiene una programación de conferencias, presentaciones de libros, talleres, arte, música, cine, etc. para todos los públicos.

Según los organizadores, la FILBO es un evento estratégico para realizar negocios relacionados con el mercado editorial en América del Sur y ocupa el segundo lugar en América Latina después de la Feria Internacional de Libro de Guadalajara. Dos razones lo suficientemente importantes para que las instituciones culturales y educativas, así como editores, libreros, etc. se convenzan de la importancia de participar en este tipo de eventos. Sin embargo, este año algunos editores y librerías estuvieron ausentes, porque las ventas que realizan en la FILBO no son suficientes para recuperar la “inversión económica” del pago de un espacio, personal, etc. Sin duda participar en este tipo de eventos acarrea costos y quizá la ganancia real no sea suficiente para sopesar la inversión, pero esas instituciones que dejaron de participar perdieron la gran oportunidad de que los niños y adolescentes que visitaron la FILBO no tuvieron la oportunidad de conocer su marca, pues, no falta el niño y adolescente curioso que pregunté, revisé y hasta compré.

Este evento cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura y para su realización desarrolla alianzas institucionales con los medios de comunicación privados como Caracol y con otros medios estatales como Señal Colombia, Señal Memoria, Canal Institucional, Alcaldía de Bogotá, etc. Se destacan entre sus aliados dos firmas privadas como Renault y Familia. También requiere el apoyo de alianzas institucionales con la Universidad Externado de Colombia, Embajada de España, Consubsidio, Fundalectura, etc.  Estos datos llaman la atención, pues, se esperaría un mayor apoyo de entes privados y otras instituciones educativas; por ejemplo, las universidades privadas reciben cuantiosas sumas de los impuestos de los contribuyentes por el Programa Ser Pilo Paga, pero universidades como los Andes, la Javeriana, el Rosario, etc., sólo participan con stand en la Feria que como cualquier participante deben pagar por usar estos espacios y uno se pregunta ¿cuál es aporte social que hacen esas universidades en tiempos de acuerdos de paz? Colombia es un país con un sistema educativo que tiene muchos aspectos por mejorar y con índices de lectura muy bajos, por lo cual se esperaría que esas instituciones que se están lucrando con el negocio de la educación apoyen con acciones de mayor envergadura este tipo de eventos, es decir, personalmente me gustaría encontrar sus nombres entre los aliados para que la FILBO sea posible. 

Gracias a los organizados de la FILBO, Colombia y específicamente su capital tiene el mérito de contar con una Feria del Libro que visitan miles personas durante los días que se lleva a cabo este evento. Los fines de semana es grato ver a los padres con sus hijos revisando la programación para elegir el pabellón o la actividad a la que asistirán; o bien, ver las largas filas para ingresar al pabellón del país invitado que este año es Francia, así que la Feria también contribuye a que los visitantes se recreen culturalmente y conozcan por medio de la lectura otro país. Cosa que me parece grata en un país donde hay otros eventos que los medios de comunicación privados promueven con mayor ahínco, así como el sinsabor de lo que hacen nuestros gobernantes en muchas ocasiones reconociendo el mérito de un cantante de reguetón, pues, al parecer es más importante lo banal y lo efímero para promover la violencia y el machismo en un país que intenta entre grandes rocas caminar para llegar a una paz duradera y sin vacilaciones.

Precisamente la FILBO también es un espacio para promover la paz, pues, allí se organizaron eventos con líderes sociales de las regiones más afectadas por el conflicto armado, sin lugar a dudas escuchar las palabras de estos líderes es un aliento de optimismo para los que creemos en la paz. Los citadinos tendemos a desconocer la tragedia del otro, de ese que vive en las zonas rurales de Colombia, porque tenemos la idea de que estamos pagándole su reconciliación con nuestros impuestos, pues, al parecer el egoísmo es uno de los alentadores del no a la paz. Así que ojalá en la Feria del Libro se continúen realizando foros, debates y conversatorios que tengan como participantes esas otras voces que desconocemos muchos colombianos.

También la FILBO necesita el apoyo de las grandes bibliotecas como las redes de bibliotecas públicas locales y la Red de Bibliotecas del Banco de la República, las cuales brillan por su ausencia en la lista de aliados. Las bibliotecas públicas, académicas, etc. deben ser las mayores promotoras de la lectura en cualquier ámbito, pero al parecer ese interés se está espumando por la falta de sensibilidad de las autoridades de esas grandes bibliotecas que han sido hito en Colombia en alguna época remota y que se ahogan en sus propios egos. Lastimosamente ni al interior de algunas instituciones hay una política clara sobre la importancia de asistir a estos eventos, pues, algunos profesionales de la información consideran que visitar este evento es pérdida de tiempo, o bien, si se asiste es para comprar novedades de literatura. Escuchar ese tipo de comentarios me deja un profundo sin sabor, ya que la asistencia a una Feria como esa es para adquirir aquellas obras producidas sólo para este tipo de eventos, es para tomarse el tiempo que no se tiene de visitar una librería en la rutina laboral, es para tomar los libros, reconocerlos y extasiarse entre el tumulto de libros y gente. En realidad, la asistencia de los profesionales de la información a cualquier feria del libro es para aprovechar al máximo no sólo la adquisición de obras (libros, música, películas, etc.), sino para hacer negocios, es decir, establecer contacto con proveedores, instituciones, embajadas, etc. En fin, es para descubrir que este año se cumplen 150 años de que Jorge Isaacs escribió María y que la Biblioteca Nacional tiene una biblioteca digital con un buen número de obras sobre la cultura colombiana disponibles en línea gratuitamente y que esa misma institución está difundiendo una edición conmemorativa de María, pero lastimosamente los bibliotecólogos somos poco sensibles a lo cultural y sobre todo a valorar la riqueza documental, no sólo un texto es importante porque circula en una colección de una biblioteca, sino por su esencia (contenido, ilustraciones, cubiertas, etc.).

Este pequeño escrito es una invitación a valorar el espacio que nos propone la FILBO como gestores de la lectura y la cultura desde las bibliotecas, por medio de la organización de colecciones para facilitar el estudio y la investigación de cientos de niños, jóvenes y adultos que visitan las bibliotecas para simplemente encontrarse con sus amigos. Y si, este es el momento para reivindicar la organización de las colecciones como una actividad que tiene un valor agregado en la disciplina de la bibliotecología y ciencia de la información, pero que se ve minimizada por un afán capitalista y superficial de ofrecer servicios “novedosos” des-contextualizados completamente del contexto cultural colombiano y opacados por profesionales que están tratando a toda consta de subestimar la profesión con alucinaciones proferidas por lo diabólico, pero nunca pensadas e implementadas desde la sensatez que debemos tener los seres humanos para apropiarnos del mundo.

miércoles, 22 de marzo de 2017

Aprendizajes...

La vida está hecha de cosas maravillosas, pues, solamente tener esa sensación de sentir el viento o las gotas de una lluvia ligera en el rostro es una hermosa bendición que nos regala el creador. También la vida nos da la oportunidad de crecer y aprender de una manera simple, la manera más simple es desarrollando el oído, o bien, aprendiendo a escuchar a las otras personas en cualquier plano, ya sea personal o profesional. Aprender a escuchar es difícil, porque uno a veces se ahoga en sus propias verborreas y más cuando uno proviene de una cultura como la antioqueña, donde las personas se empeñan en querer demostrar siempre ese tono aventajado y una estirpe que a veces es más una simulación de algo que ni se ha tenido ni se tendrá.

Aprender a escuchar están importante como aprender hablar correctamente para comunicar nuestras opiniones y desavenencias. Cuando uno escucha descubre cosas maravillosas y también aprende a conocer a las personas, pero cuando uno sólo habla y no sabe guardar silencio sólo ve lo que está en la cabeza de uno y se pierde del espectáculo de oír lo simple y lo cotidiano.

En este proceso de aprender a escuchar a los otros, he descubierto una serie de inconsistencias y desentonos que dan risa, si, risa de esa que nos duele el estómago y hasta lloramos. Aprender a oír el murmullo de lo cotidiano no ha sido fácil para mí, pero poco a poco he aprendido a darme cuenta de lo importante que es prestar atención, dejar el celular a un lado y escuchar a quien te habla. En ese proceso de aprender a escuchar he descubierto enseñanzas, prácticas, palabras, etc. maravillosas, pero también un sartén de “palabrerías” que están llenas de inconsistencias, descaros y abusos con la palabra para darse aires de intelectuales e individuos que se precian por su buen gusto.

Entre esos abusos, recuerdo todo tipo de “palabrerías” que he escuchado, algunas muy buenas que me enseñaron a caminar por la vida y otras no tanto. Otras palabras que me producen cierta sensación no sé si de fastidio, o bien, me producen cierta indignación profesional; por ejemplo, hace como unos 20 años cuando apenas comencé a estudiar bibliotecología escuché a algunos profesores afirmar que las bibliotecas desaparecerían por el Internet, en ese entonces yo me sorprendía, pero no tenía una visión crítica y sólo había leído novelas y casi nada de literatura profesional o esencial para estar al tanto de los avatares académicos. Otros profesores que se creían “sabios” hablaban de las maravillas del Internet y cómo todo estaba ahí disponible para todos. Sin embargo, para mi sorpresa hoy escucho todavía afirmar que las bibliotecas van a desaparecer y me preguntó ¿cómo alguien puede afirmar semejante burrada? Parece que estamos llenos de asnos que sólo rebuznan y que ni siquiera se toman la molestia de hacer una revisión de literatura seria y cuidadosa para justificar semejantes indolencias.

Así, como aún hay personajes que dicen o aparentan ser “cultivados”, pero a pesar de sus ínfulas tienen la desfachatez de afirmar semejante estupidez, pero parece que no conocen que eso mismo dijeron hace décadas del teatro cuando apareció el cine; no obstante, el teatro sigue vigente y hasta escuelas para estudiar teatro existen, también lo afirmaron con la radio, porque con la televisión desaparecería, pero sigue más viva y vigente que cuando llegó a Colombia. Como estos hay muchos ejemplos. Por eso señores profesionales es bueno desasnarse antes de hablar atropelladamente y sin que nadie lo callé a uno, por supuesto es bueno escuchar con atención para no andar hablando sobre lo que no se sabe, porque con tanta verborrea se corre el riesgo de perder vigencia profesional y credibilidad, pues, esos discursos son trillados y carentes de sentido, además sólo dan cuenta de nuestra ignorancia. Es bueno antes de hablar informarse, leer, preguntar y analizar muy bien lo que se quiere transmitir, porque de lo contrario se corre el riesgo de como dicen popularmente “meter las cuatro patas” y no se cometen errores para un segundo, sino para la posteridad, pues, las palabras no se las lleva el viento perduran por mucho tiempo en la mente y el corazón de las personas.

Y por último, las bibliotecas no van a desaparecer están en plena transformación y requieren de toda nuestra atención, algunos “profesionales” con ínfulas de académicos piensan que ser el director de una biblioteca es simplemente una oportunidad para como dice un buen amigo “vender sebo de culebra”, mientras otros piensan que es andar viajando contando historias llenas de recetarios de cocina sin ningún marco teórico que justifique un sartén de idioteces llenas de sinsabores, que particularmente a mí me producen nauseas cuando los escucho.

En fin, así es el mundo lleno de ciegos que creen que el tuerto es rey.

lunes, 13 de marzo de 2017

El dilema de las donaciones en las bibliotecas


Dicen “que por sus libros los conoceréis”, pero ¿a quiénes?, pues, a los que dicen ser intelectuales y que en algún momento de su vida formaron parte de la Academia de Historia de Colombia, Academia de la Lengua, al fin y al cabo, academias en las que priman las relaciones y aristocracias, más que el intelecto y el buen gusto por la cultura y el arte. Esos personajes eran políticos con poder y con ínfulas de “intelectuales”, pero eran más profanos que un bibliotecario, quien solamente ve pasar el tiempo por la ventana de su oficina o sólo espera que lleguen las primíparas para coquetear. Esos “intelectuales” jamás fueron a una librería ni a una biblioteca y muchos menos compraron un libro por medio de Amazon, pues, en aquellos tiempos ni Internet existía. Esos intelectuales recibían los libros que publicaban en el siglo pasado las instituciones públicas en Colombia como Imprenta Nacional, Instituto Caro y Cuervo, Presidencia de la República, Banco de la República etc., después de recibirlos los acumulaban en una hermosa estantería que estaba en un espacio decorado debidamente con escritorio, silla, lámpara y hasta máquina de escribir, o bien, con un computador viejo en un lugar visible de la casa para propios y extraños. El “intelectual” acumulaba todo libro que recibía como obsequio con o sin dedicatoria, pero ese libro jamás fue leído, cosa que puede comprobarse porque es común encontrar esos libros con las hojas sin legajar debidamente en el proceso de encuadernación y lo peor de todo es que cuando se abren esos libros para revisarlos, sino se tiene el cuidado necesario se termina lleno del polvo que recogió ese texto por décadas y en caso de mala suerte no es raro encontrar dentro del mismo bichos y manchas de humedad.  
Entonces uno se pregunta ¿por qué sus familiares donan esos libros a las bibliotecas? Aunque no le he preguntado a ninguno de los familiares de esos “intelectuales” que creen que son descendientes de historiadores, lingüistas, políticos, etc., pero me imagino que por simple ignorancia y desconocimiento sobre qué debe y qué no debe donarse a una biblioteca, talvez nada más por eso. Generalmente los descendientes de esos personajes lo primero que hacen es comenzar a vender los muebles, cuadros, enceres, etc. a tiendas de antigüedades, después ofrecen los libros a las librerías de viejo, quienes se pueden dar el lujo de sugerir el reciclaje para el basurero que acumularon durante décadas, pero los familiares con el dolor por semejante humillación sin poder sacar unos cuántos miles que recuperen el almacenamiento de años, deciden “compartir” esos libros con otros y que mejor llamar a una biblioteca prestigiosa y reconocida en Bogotá para ofrecerlos, porque por lo menos su nombre quedará registrado entre los donantes de una biblioteca prestigiosa.
Es así como el bibliotecólogo que se encarga de recibir, identificar, seleccionar y evaluar las donaciones, el día más inesperado recibe el indeseado recado de que tendrá que recoger una colección de libros en la casa de un “intelectual” que falleció hace algunos años. Para desdicha de ese bibliotecólogo, no puede negarse, pues, el personaje que efectuó la llamada para hacer el ofrecimiento es amigo íntimo de algún directivo universitario, que bien el personaje muy podría llevárselos a su casa para leer con sus hijos. Así, comienza el sufrimiento del bibliotecólogo y del auxiliar de biblioteca que tendrán que trasladarse a recoger los libros, mientras los familiares con una graciosa verborrea tratan de convencer al personal de la biblioteca de la importancia de esa colección, de lo hermoso que se ven los libros rayados con resaltador y el bibliotecólogo se pregunta cómo puede un señor que murió en la década de los 80 y que nació a finales del siglo XIX rayar sus libros con resaltador. El bibliotecólogo solamente escucha al donante, mientras arma cajas, empaca libros y piensa que todos esos textos se irán al reciclaje, pues, el estado, los rayones y los temas de esos documentos no permiten ni siquiera donarlos a otra institución. Al finalizar la recolección, el personal de la biblioteca se lleva las cajas a la institución y comienza a realizar los procesos internos de revisión, listar los títulos, etc. Esas revisiones tardan días o semanas dependiendo del número de títulos que se hayan recibido, así pasan los días del bibliotecólogo hojeando libros viejos, llenos de polvo, hongos, etc. De repente, pasados unos días el bibliotecólogo recibe la orden de devolver la donación, porque el donante prefirió trasladar la basura a otra biblioteca con la justificación “romántica” de que su pariente era egresado de una prestigiosa universidad bogotana que estará muy orgullosa de recibir esas joyas bibliográficas, entonces de nuevo a empacar el basurero en cajas para que sea retirado. Ese momento de devolver la basura es uno de los más felices del bibliotecólogo, pues, no tendrá que perder el tiempo tan inútilmente en revisar títulos de libros que la biblioteca tiene almacenados en depósitos, porque desde hace décadas no se usa. ¿Por qué no se usan? Sencillamente porque el conocimiento se acumulado exponencialmente desde hace décadas, exactamente desde la segunda guerra mundial el avance de la ciencia y la tecnología son imparables. Al parecer ese tipo de cosas no lo saben los herederos de esos personajes, porque sencillamente viven en un mundo de apariencias sociales.

¿Qué conclusión puede un bibliotecólogo extraer de una situación de ese tipo? Simplemente las personas que valoran los libros y que coleccionan joyas bibliográficas por su temática, ilustraciones, encuadernaciones, etc. no los donan tan generosamente como lo hacen esos familiares de “intelectuales” a una biblioteca, solamente en casos excepcionales esas maravillosas bibliotecas personales son donadas y en muchas cosas son vendidas al mejor postor como el caso del archivo y biblioteca personal de Gabriel García Márquez, que lamentablemente fue vendida a la Universidad de Texas en Estados Unidos. Así que por favor antes de donar su biblioteca familiar, personal, institucional, etc. analiza si realmente sus libros son tan valiosos y hágase la pregunta ¿me los llevaría a mi casa? Si la respuesta es no, simplemente véndalos como reciclaje, no los done a la biblioteca. Las bibliotecas son templos del conocimiento, no son basureros.