La escritura es y será el desahogo de las frustraciones,
sentimientos, secretos y de todo aquello que no nos atrevemos a decir por
temor, por falta de tiempo, o por innumerables razones que penetran en nuestro
cerebro y no dejan trascender la magia que se entrecruza entre la mente, las
manos, los ojos, el teclado y la pantalla de un computador dejando nuestro
sello y marca personal, teclear letras que van acumulando palabras que le van
dando sentido y forma a un escrito. Con esas palabras transmitimos emociones de
todo tipo, desde la algarabía del amor hasta el odio más terrible y temible que
nace con la mezquindad de la condición humana.
Mi propósito con este escrito es reflexionar sobre un
sentimiento que se refunde en los más profundo e indómito de la condición
humana, un sentimiento que a primera vista se disfraza y está oculto para los
ojos de los que nos rodean, pero que va saliendo a la luz pública lentamente,
se va dejando ver en la sombra del corazón más resentido del ser humano. Bueno,
¿cuál es ese sentimiento? La mezquindad. ¿Qué es
la mezquindad? Según el Diccionario de la Real Academia, es ese individuo “falto
de generosidad y nobleza de espíritu”. No encontré una descripción detallada y
barroca de quiénes son ese tipo de personas, pero desde mis encuentros
personales con esas almas carentes de generosidad, podría describirlos como
esos seres envidiosos que estallan en la mediocridad y que son incapaces de
pensar más allá del esnobismo en el que se suelen disfrazar. Esos seres viven
de apariencias y de querer mostrar una imagen que no tienen. Son esas personas
llenas de egocentrismo, ese ego que no los deja escuchar al otro, porque están
nadando en las profundidades de la sobredosis de la soberbia, la envidia y la
maldad. Podría alguien decirme, ¿son malos? Si, lo son. Son malvados, porque
muestran una armadura que no tienen, solamente que su envidia y su incapacidad
es más potente que esa armadura, porque se pueden ver las fisuras y los que
observamos sus caras podemos ver sus transformaciones y sus juegos de poder
para destruir a las personas que poseen las codiciadas cualidades de las que
ellos carecen por completo.
Entonces, ¿la mezquindad está íntimamente ligada con la
envidia? Así es, completamente unida. La envidia negativa es el principal
alimento de la mezquindad, pero cómo se manifiesta. La manera de manifestarse
es simple, por ejemplo, miradas de rencor, desigualdades, abusos de poder, y esparcir
rumores negativos sobre las personas que envidian, en fin, son innumerables
síntomas los que muestran los mezquinos. Bueno después de todo esta
descripción, ¿cómo enfrentarlos? Con firmeza, porque a ese tipo de seres
oscuros es la cualidad que más les hace falta. También se enfrentan con
disciplina y profesionalismo, porque esas raleas de seres bajos no saben qué es
la disciplina, no son capaces ni de pegar un botón en una camisa, generalmente
no tienen muchas habilidades manuales ni tampoco han logrado usar el cerebro en
un buen porcentaje. Su vida pasa entre fetiches, compras por internet, leer
novelas de amor que los pone a soñar con el príncipe azul y ver series
televisivas, también les gustan los súper héroes, porque alimentan el narciso
que llevan dentro.
Las peores historias de terror que me han sucedido en mi
vida profesional están relacionadas con ese tipo de personajes mediocres. No
logro exterminarlos del camino, pero por lo menos en este momento están
congelados en la cobardía que usan para dañar al otro. Por eso se enfrentan con
firmeza y compasión. ¿Compasión? Si, son de lástima por lo mediocres y torpes
que son para todo.
Así querido lector, si llegas a toparlos en el camino, no
temas, sólo míralos con firmeza nada más.
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